~ La Esperanza y el Poder Personal ~
En momentos como los
actuales, en que la frustración, la indignación, y el resentimiento se perciben
como los sentimientos y emociones predominantes en la sociedad moderna, es que
se hace tan importante recuperar la esperanza. Cuando se pierde la esperanza,
la vida se hace pesada, vacía y triste, y entonces con mucha facilidad caemos
en la depresión, la ansiedad, los miedos, y vemos todo de una forma negativa,
tal que desaparecen los sentimientos como la alegría, el entusiasmo y el
optimismo.
Entonces, en este punto conviene precisar de modo simple que se entiende por esperanza, en el alto sentido de la palabra. La que podríamos definir como la habilidad o el talento de ver las cosas de forma positiva, de creer que los seres humanos podemos creer en nuestros sueños y tener confianza en que cuando usamos nuestra determinación y nuestra fuerza de voluntad, podemos lograr impresionantes metas. Para ello, podemos observar como muchos deportistas, artistas, científicos, inventores o personas comunes y corrientes como la mayoría de nosotros, llegaron a comprender que a través de un simple sueño, mantenido y sostenido con perseverancia, esfuerzo y empeño, se pueden vencer todo tipo de obstáculos, resistencias y dificultades.
En la actualidad los seres humanos en general, hemos perdido la confianza en nosotros mismos, lo que los pueblos antiguos denominaban nuestro poder personal, que era una de sus características y fortalezas principales. Como consecuencia, ahora podemos ver un mundo de personas débiles, enfermizas, crónicamente cansadas, sin convicciones y con muchas dificultades para tomar cualquier tipo de decisión.
Esto en gran medida tiene que ver con la perdida de nuestras raíces, de nuestra naturaleza original, de nuestras tradiciones, del respeto por el mundo de los mayores y de la cultura en términos generales. Entonces, todo eso lo hemos reemplazado por un mundo mucho más deshumanizado, individualista y despersonalizado, en que todo es desechable, medido en términos materialistas, y en el que poco importan las palabras o el lenguaje que usemos o en el daño y el perjuicio que le podemos producir a los demás. Además, del deterioro y el perjuicio que nos causamos a nosotros mismos al vivir inmersos en costumbres y hábitos altamente nocivos.
El
perder ese poder personal innato en el hombre, no fue algo inmediato, sino que
fue ocurriendo paulatinamente. A la vez con el desarrollo de las sociedades
jerarquizadas, la vida en las ciudades, la modernización de las estructuras
sociales, la dependencia de las instituciones y el control que empezaron a
ejercer las pequeñas elites y los grupos que se hicieron del poder en sus
distintas formas.
Si observamos con detención, podremos reconocer que en general nuestros sistemas de creencias, ideas o pensamientos, no nos son realmente propios. Mas bien, los hemos heredado de instituciones religiosas, sistemas políticos, enseñanzas familiares, sistemas educacionales, o a través diversas manipulaciones y distorsiones históricas. Situaciones o enseñanzas que raramente se encuentran validadas por nuestras propias experiencias.
Es muy sorprendente ver que hoy en día, no es común encontrar personas que tengan ideas propias, que piensen originalmente por sí mismos, o que se expresen con libertad. En la sociedad contemporánea, en general las opiniones están fuertemente influenciadas por opiniones o intereses ajenos, o bien, por los incontables mensajes subliminales de publicidad engañosa que recibimos a diario por todo tipo de medios de comunicación.
De ahí entonces, tenemos que el mundo actual carece de verdaderos líderes, aquellos seres que con gran auto confianza, intuición, poder personal y determinación, son los que generan las aperturas, abren los caminos y permiten que las sociedades avancen y progresen. Esto claramente lo podemos ver en todo el espectro político actual internacional, en que vemos a diario a personajes muy discretos, ambiciosos y muy limitados intelectualmente. Los que con la mas amplia cobertura, están entregando permanentes declaraciones, sin decir nada importante o relevante, y en las que la mentira, la verdad y la verdades a medias se funden y confunden detrás de mezquinos y oscuros intereses.
Todo esto hace que una gran parte de la
sociedad viva hoy muy frustrada, deprimida y con gran tristeza, fragilidad y
desolación. Hay muchas razones para poder comprender aquello, tales como
trabajos que no se disfrutan, que no son bien remunerados ni tienen
reconocimiento. Diversos traumas que afectan de manera significativa la calidad
de vida de las personas, ambientes altamente contaminados, pésima alimentación,
sistemas educativos y de salud ampliamente deficitarios, stress generalizado,
absoluta falta de confianza en nosotros mismos. Y así, la lista puede ser muy
extensa.
En tiempos apocalípticos, en que las estructuras sociales se derrumban y las antiguas creencias se quedaron limitadas en las respuestas, la humanidad necesita urgentemente de seres que encarnen su divinidad. Y de ese modo, le muestren al resto con su ejemplo, que la respuesta está en la espiritualidad, y en seguir el camino y la huella que nos han dejado tantos elevados maestros, que en distintas épocas nos han visitado una y otra vez.
En tiempos apocalípticos, en que las estructuras sociales se derrumban y las antiguas creencias se quedaron limitadas en las respuestas, la humanidad necesita urgentemente de seres que encarnen su divinidad. Y de ese modo, le muestren al resto con su ejemplo, que la respuesta está en la espiritualidad, y en seguir el camino y la huella que nos han dejado tantos elevados maestros, que en distintas épocas nos han visitado una y otra vez.
El poder mas grande en el ser humano reside
en el corazón, que es el lugar simbólico donde mora la chispa divina. Entonces,
para recuperar dicho poder, necesariamente debemos reconectarnos con nuestro
corazón, que a la vez es nuestra parte mas sabia y maestra, y que sabe
intuitivamente que es lo mejor para cada cual. Si queremos hacer del mundo un
mejor lugar, ese mejor lugar primero debemos encontrarlo y reconocerlo dentro
de nuestro propio corazón.
El
corazón no sabe de mentiras ni falsedades, ni de hacer daño al prójimo o a si mismo. Además es un muy buen consejero cuando lo sabemos
escuchar, sabiamente nos enseña entre otras cosas, que las palabras, los
pensamientos y las acciones es indispensable que se muevan en la misma
dirección. Y que si nos sincronizamos con las layes espirituales y el ritmo del
universo, la esperanza está a la vuelta de la esquina.
Jorge Herreros M
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