~ Que la Medicina Sea tu Alimento, y que tu Alimento Sea la Medicina ~
Lejanos quedaron los
tiempos en que la medicina y la alimentación caminaron juntas y de la mano,
situación sabiamente expresada en el gran aforismo hipocrático: " Que la
medicina sea tu alimento, y que tu alimento sea la medicina. " Lo que en sencillos
términos prácticos significa, que no hay mejor remedio que una buena
alimentación, sana, nutritiva y equilibrada.
Hoy
por hoy, desgraciadamente esos caminos se encuentran muy lejanos y
transitan en muy diferentes direcciones, entonces las consecuencias están a la
vista. En el mundo moderno y tecnológico en que vivimos
actualmente, la progresión y el aumento de la población enferma se
encuentra en niveles increíblemente preocupantes, y lo que es peor aún, con
tendencias al rápido y acelerado crecimiento.
Por supuesto es un problema muy complejo, y el que se puede
ver desde muchos ángulos diferentes. Pero si vamos a la raíz del problema, todo
se puede traducir en una sola palabra: " Ignorancia." De
que otro modo, podemos comprender el que gran parte de la población
ni siquiera haga una relación entre las enfermedades y la forma en que nos
alimentamos, y como se manifiesta esto en nuestras vidas cotidianas.
Cualquier tipo de enfermedad, se puede describir en términos
simples como un desequilibrio o alteración energética que
puede afectar en diferentes formas tanto al cuerpo físico, mental o
emocional de una persona o ser vivo. Las causas pueden ser muy diversas,
tales como factores genéticos o hereditarios, sociales, infecciosos, ambientales,
kármicos, accidentales, etc.
En general, la mejor forma de enfrentar
cualquier enfermedad es a través de la prevención, vale decir, antes
de que ella pueda tomar forma. Para ello, nada mejor que tener un cuerpo y una
mente sanos, ya que ello produce un aumento sustancial en la capacidad y la
respuesta inmunológica del Ser integral. Desde luego esto incluye también buen
descanso, actividad física adecuada y moderación en el estilo de vida.
En la India se denomina Prana, a la fuerza vital que se expresa
libremente en diferentes formas a través de la naturaleza, ya sea a través
del poder del sol, la fuerza de la tierra, los vientos y las aguas, es
decir los cuatro elementos primordiales por los que circula el éter divino,
actuando en perfecta sincronía y armonía con los reinos naturales.
Por simple analogía, podemos pensar que la inteligencia Divina determinó
que fuera la Madre Naturaleza, la principal proveedora del sustento y el
alimento para los seres vivos.
A nivel general, es muy llamativo el hecho el poco conocimiento y
la poca importancia que le otorga la medicina oficial al tema de la
alimentación y la nutrición. Baste para ello ver la comida que reciben los
enfermos en los hospitales, las dietas que prescriben los médicos, la
forma en que se alimentan muchos de ellos, o bien, muchas de las personas
relacionadas con el mundo de la salud . En el caso de los médicos no
deja de ser curioso, ya que para recibir su título de médico, antes
debieron necesariamente haber hecho el juramento hipocrático. Dicho juramento está
basado precisamente en la sabia figura del gran médico griego Hipócrates,
quien es considerado uno de los padres de la medicina moderna y uno de médicos
mas ilustres del mundo antiguo. Hipócrates vivió aproximadamente cuatro siglos
y medio A.C. y necesariamente habrán de haberlo estudiado en sus actividades
curriculares.
Este hombre notable, no solo fue un gran médico, sino
también un gran sabio. No se atribuía a si mismo, ningún rol demasiado
importante en su calidad de médico, mas bien se consideraba solo un instrumento
para llevar adelante la curación, ya que para el lo que realmente curaba era la
Naturaleza.
Si miramos hacia atrás en la historia, nos encontraremos con la
medicina ayurvédica, la medicina china, o la medicina de diversos pueblos originarios.
Veremos la importancia que le daban a la alimentación, y como esta formaba
parte sustancial dentro de sus procesos curativos. Donde además, el uso de
determinadas plantas, hierbas, hidroterapias, y otros tipos de
tratamientos naturales, algunos de los cuales muy simples, formaban
parte de su su cultura general. Cuanto podríamos aprender si abriéramos los
ojos y observáramos con atención la cultura y la sabiduría de los pueblos
antiguos.
Desgraciadamente hoy podemos ver que gran parte de la población
mundial se alimenta en forma pobre y deficiente, con escaso valor
nutricional, sin fuerza vital, y donde la calidad de la
alimentación es exigua e insuficiente y la cantidad de la misma
es enorme y absolutamente desproporcionada. Donde el azúcar refinanda, las bebidas carbonatadas, las
harinas altamente procesadas, el consumo abusivo del alcohol, el uso
de colorantes, preservantes, además de diversos productos químicos y
metales pesados, que causan graves problemas en el organismo y son muy
difíciles de eliminar, así como todo tipo de excesos y malos hábitos,
forman parte del menú diario de tantas y tantas personas.
A esto habría que necesariamente agregar la impresionante cantidad de medicamentos y supuestos remedios farmacológicos que consume la población en forma indiscriminada, por largos períodos, cuando no de por vida. Habría que agregar, que en muchos casos, estos son recetados con absoluta falta de ética y responsabilidad por el sistema médico en general.
La diabetes, las enfermedades coronarias, los diferentes tipos de
cáncer, los problemas reumáticos, la depresión, el stress nervioso, y tantos
otros males que aquejan a la humanidad, se verían francamente reducidos y
mas acotados, si tuviéramos una mirada y una educación diferente hacia el
alcance y la importancia que tiene la correcta alimentación, en el
logro de una vida plena y satisfactoria.
Este descuido para con nosotros mismos tiene consecuencias muy
graves en el estado de ánimo, el equilibrio mental y en el estado psíquico
general, ya que los alimentos finalmente son energías, y estas energías tienen
gran influencia en la esfera de los pensamientos y las emociones. Por lo tanto,
alimentos puros y sanos generan pensamientos y emociones puras, alimentos
pesados y densos generan pensamientos y emociones afines, lo que se traduce en
ansiedad, preocupaciones y falta de todo tipo de balance y equilibrio.
Entre otros factores, producto de toda esta falta de cuidado y
atención, es que ahora podemos ver como algo común y corriente la
debilidad, el cansancio, la falta de vigor y energía en parte
importante de la población. Situación que mejoraría bastante si fuéramos mas
conscientes del tipo de alimentación que ingerimos. La que necesariamente
debiera estar sustentada y fundamentada en la armonía y consonancia
entre hidratos de carbono, fibras, grasas, proteínas, minerales y vitaminas, y
todo esto de acuerdo a variables como edad, actividad, clima, constitución
física, entre otros.
Todo esto lo podemos encontrar en la naturaleza en la forma de
frutas, verduras, vegetales, ensaladas, cereales, semillas, granos,
lácteos, agua pura, etc, y que combinados en equilibrio, conocimiento
y cantidades apropiadas, nos pueden proveer de buena salud, energía y
larga vida.
Si bien la mala y deficiente nutrición es un problema
que afecta a la población en general sin distinción, es en los niños y los
jóvenes donde se manifiesta con mayor gravedad, ya que son ellos quienes
tendrán la responsabilidad de guiar y liderar a las futuras generaciones.
Entonces es muy triste cuando vemos a gente muy joven padeciendo
tempranos problemas de obesidad, falta de concentración, abuso
de fármacos, depresión y otros males tan comunes en la vida moderna.
Podemos concluir de todo esto, el que para tener sociedades sanas,
vigorosas, fuertes y saludables, es muy importante el transmitirle a las
nuevas generaciones el valor intrínseco y capital que tiene en la vida de un
ser humano, una buena dieta y una alimentación balanceada, nutritiva y
adecuada, de acuerdo a las necesidades, gustos y particularidades de cada
cual.
Jorge Herreros M.
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